miércoles, 2 de abril de 2008
Flanêur, el arte del vagabundo........ o sea yo XD
"... tener la visión de algo que va más allá, un mundo que se refleja por los cristales infinitos del edificio aquel, que sólo es parte de una minúscula proporción de una gigantesca cuidad, de la cual soy partícipe activo como si a propósito quisiera apoderarse de las vidas de todos y cada uno de nosotros, sin nunca mostrar sus misterios y enigmas propios de una ciudad como en la que residimos.
Pronto comenzará otro rumbo mi ser, bajando, como hundiéndose, a los más profundo, pero es algo que no me inmuta para nada.
Tengo la mirada alta, perdida en el más abismal, espeso y feliz cielo que haya visto, mas un aliento caliente me envuelve y todo se vuelve sombras, copada de pequeños seres que caminan de un lado a otro, buscando un rumbo ya trazado con anterioridad, teniendo motivos y circunstancias que los llevan a hacer lo que hacen. Mientras voy bajamdo veo muchas cabezas que luego se transforman en espaldas, hombros, pechos, rostros, que combinan a la perfección con ese ruido casi inaudible del entorno en el que me encuentro.
Camino en son de ellos, pero sólo para seguir bajando, tras ver una luz pequeña y verde de un display que ni entiendo qué quiere decir con los números que me muestra, una confusa información hecha de un tutti-símbolo de una sociedad a la cual todos se deben adaptar.
Bajo. Esta vez concientemente. Una nave llega y se estaciona cerca, abre sus puertas y bajan aquellos seres que estaban en ella, luego yo subo, para quedarme cerca de lo que se supone es la puerta de aquella cosa que viaja por un túnel.
Avanza.
Avanzo con ella, me lleva a las profundidades de aquella ciudad que nos consume diariamente, de la que queremos escapar pero no podemos, por ser esclavos de nuestras propias comodidades y vicios.
Una luz, más adelante, pero aún no es momento de bajar, aún así algo cae al lado de mi persona: un pañito, más bien de bebé y al lado una extraña carreola con uno de esos dentro, que me mira, como buscando algo, cosa que en mí no va a poder encontrar, mas le recojo su pertenencia y se la entrego, para después sonreirle y todos los demás individuos hacen lo mismo, sonríen, aunque no sea eso lo que quieren hacer, pero el comportamiento del ser vivo es así, sigue a los independientemente fuertes de voluntad, pero yo de voluntad nada tengo, sólo busco mi propio beneficio.
He de llegar donde quería y bajo con un mar de gente detrás y delante de mí. Camino por el estado de conservación de la energía y sigo un camino tangible pero casi inexistente para mí, pronto he de llegar a un lugar donde deberé elegir dónde ir otra vez.
De frente, decido por mi izquierda, hacia donde todos van, pero no los seguí del todo, y tomé el pequeño rumbo de la derecha. Poco poblado y avandonado por la gente que prefiere no mover el cuerpo para llegar a su destino.
Un gran pasillo avanza sobre mis ojos y otro atochadero de seres está esperando una de esas cosas tan modernas para movilizarse.
Lo mismo. Bajan, subimos, siempre después de que hayan abierto las puertas.
Una ventana, ventana de salvación que da al exterior me deja observar a una pareja de jóvenes con bastones, ella cogía la mochila de él, mientras él conducía por su invisible camino para llegar a su destino, un destino que para mí es incierto. No lo entiendo, pero lo admiro.
Sale de la estancia para darme a conocer que no se iría por las tinieblas magistrales del inframundo ciudadano, me muestra mucha luz de una gran bombilla luminosa de un cielo que ya le han llegado pequeños perturbadores suaves, blandos, casi intangibles. Ya no es celeste, de hecho nunca lo fue, pero al final la sociedad dice que sí, ¿qué más podemos creer?
Pequeños transportes urbanos vamos dejando atrás y vuelo entre los matices y luces que me ofrece aquella máquina tan fantástica, sin embargo, sin previo aviso han de subir esas murallas que no te dejan desbordar de un camino que debemos llevar por obligación.
Concreto, algo firme y seguro que no lo derrumbaría ni un choque de coches.
Concreto aquella mezcla azul amarillenta más tirada a verdosa que no te deja ver más allá de donde estás.
Concreto, simplemente concreto. Tan común y tan dañino. Tan oscuro.
Las sombras devoran el carro en el que viajo entrando de vez en cuando a un lugar con luz para retirarse de nuevo a las sombras. Como si fuera un mensaje subliminal que te dice que esta sociedad se extingue por lo que hace, por la maldad de los corazones de la gente.
Un sentimiento de angustia y temor me invade, estando rodeada por personas con semejante visión y carácter, mi cuerpo decae, sólo quiero salir y en la siguiente luz bajo. Desesperada, subo por unos escalones que se encuentran uno sobre otro. Tomo por la derecha y sigo subiendo. Casi corro, pero mi salvación llega pronto con la luz de una brillante estrella que se encuentra por delante de mí.
Respiro hondo y retomo mi caminar.
Aún me queda un kilómetro más para disfrutar..."
Flanêur, según Benjamin Walter, es el acto de vagar por las calles sin rumbo ni meta fija, es el hecho de viajar por intuición y necesidad de encontrar la nueva inspiración. Para saber como debe de aprender las cosas, como ha de hacerlas propias. Cómo salir a buscar algo que se sabe no encontrará más que en nuestra propia imaginación, pero sin perder la esperanza de que aunque no las vea, son.
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